Para hacernos una idea del funcionamiento del       proyecto, proponemos empezar haciendo un taller de cocina.
Diseñamos un cartel con algún mensaje del         tipo:
“¿Cansada de hacer siempre las mismas recetas o       de seguir las mismas rutinas?.”
Te proponemos realizar un taller de cocina en el       que además de aprender a cocinar, sirva para hacer nuevas       amistades, conversar, compartir otras actividades de ocio afines,       etc.”
Definimos dónde llevarlo a cabo:
Una casa particular, la cocina de un bar, un       centro social, una asociación.
Definimos objetivos:
-Aprender a cocinar
-Conocer personas y crear vínculos entre ellas
-Implicar a las personas participantes en el       proyecto general
-Promocionar valores humanos
-Desarrollar habilidades de relación,       autoestima, resolución de conflictos
-Conocer y potenciar las capacidades       personales...
Buscamos qué necesitaríamos y cómo         conseguirlo:
Material, ingredientes; mediante aportaciones       propias, recursos del lugar en el que vayamos a realizarlo,       aportaciones de los participantes o colaboradores, cuota de       inscripción, seguros, etc.
Distribuimos el trabajo:
EL DECANO: Se encarga de buscar los recursos       necesarios o contactar con entidades donde poderlo llevar a cabo.
EL ADMINISTRADOR: Se encarga de publicitar el       curso, recoger inscripciones, recoger inventarios de recursos,       cuotas, así como de publicitar íntegramente cada uno de estos       aspectos (recursos conseguidos, personas o entidades que       colaboran, ingresos, gastos...).
EL DINAMIZADOR: Se encarga de calendarizar las       sesiones y comprar aquellos ingredientes que necesita y llevar a       cabo el curso de cocina propiamente, facilitando también el       ambiente de distensión necesario.
EL MEDIADOR: Se encarga de facilitar la calidez,       integración y participación de cada uno de los asistentes, así       como ayudarles a darse a conocer al grupo.
EL INSTRUCTOR: Se encarga de ir evaluando el       funcionamiento del curso, tanto de los participantes, como de los       colaboradores o persona que lo imparte, recogiendo quejas,       sugerencias, etc. para ir mejorando el mismo durante su       realización.
LOS COLABORADORES: pueden apoyar a cada uno de       estos o proporcionar algunos de los recursos necesarios para la       realización del taller de cocina.
Posiblemente podamos pensar que es mucha gente       para dar un simple curso de cocina, porque venimos acostumbrados       de un modelo productivo-lucrativo en el que se busca el mayor       número de ingresos con el menor número de gastos y todo viene       cuantificado económicamente, pero en el resultado se ve la       diferencia.
En este sentido, también podríamos anotar que en       la administración u otras muchas ONG’s se emplean y se gastan       cantidades exorbitantes de dinero o de personal, a veces sin mucho       sentido o de manera apresurada, incluso innecesaria para cubrir       expedientes, justificar subvenciones, cubrir plazas… Por tanto       esta forma de trabajo tampoco supone un gasto mucho mayor, si bien       se caracteriza por su eficacia.
Igualmente quizá sería       posible encontrar con una persona capaz de hacer a la vez el       trabajo del dinamizador, del mediador y del instructor, pero no es       lo habitual y esta organización permite crear la cohesión del       grupo necesaria para que no sea un simple curso de cocina y vaya       mucho más allá, consiguiendo la implicación de los participantes y       abordar otros muchos temas trasversales que preocupan a nuestra       sociedad, consiguiendo una implicación real y conocer a las       personas, ampliando el marco de relaciones sociales del propio       individuo, que es otro de los objetivos principales de esta       organización.   
 






 
  
 

 
 
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