Por ejemplo, yo puedo
ofrecerme a hacer pequeñas tareas de bricolaje del hogar y a su vez necesitar a
alguna persona con la que poder practicar inglés. Otra persona puede necesitar
clases de guitarra y a su vez ofrecer clases de cocina. Otra persona puede
necesitar clases de cocina y a su vez ofrecerse para practicar inglés. Otra
persona puede necesitar alguna reparación en el hogar y ofrecer clases de
guitarra.
Y así, entre unos y
otros, conseguimos cubrir nuestras necesidades sin que medie el dinero, sin hay
intereses económicos, ni de lucro asociados.
Para tener una idea
más clara sobre nuestro proyecto, cabe decir que básicamente consiste en lo
mismo, pero lo implementamos con la aportación o cesión de nuestros propios
recursos, así, además del tiempo, ofrecemos muchas más divisas de cambio.
Por ejemplo, yo puedo
necesitar compañía o alguien que me acompañe a comprar y no puedo disponer de
tiempo para dedicar a otras personas pero tengo una bicicleta que podría
dejarle a alguien que la necesite, o permitir que otra persona lavase su ropa
en mi lavadora…
Pero además, ya no
sólo se produce este intercambio entre personas, sino que también se puede
producir entre empresas, asociaciones... Por ejemplo mi asociación no podría
contratar a un psicólogo pero necesita a uno para llevar a cabo un proceso de
selección de personal. Otra entidad podría dejarme a su psicólogo a cambio de
que yo le permita utilizar mis instalaciones para impartir un determinado
taller o dejarle nuestra furgoneta para hacer una mudanza… Una empresa podrá
cederme a su administrativo para revisar mi contabilidad y yo podría enviarle a
mi encargada de la limpieza…
Por supuesto que ante
estas acciones, cabe llevar a cabo medidas contractuales más específicas que
garanticen las coberturas necesarias para evitar o solucionar los problemas que
pudiesen surgir.
