La mayoría de los conflictos se producen por la existencia de puntos de vista o comportamientos diferentes entre las personas. Política, religión, ideas, actitudes, sentimientos, creencias, preferencias personales...
A veces podemos creer que la unidad sólo la encontraremos agrupando las creencias en una sola, es decir: “que todos crean lo que yo creo, les guste y hagan lo que a mí me gusta”. Sin duda esta es la mayor muestra de egoísmo y arrogancia que puede gobernar a todo ser humano. ¿Acaso somos nosotros portadores de la verdad más absoluta?. ¿Acaso esperamos de los demás que hagan las cosas o piensen sólo como yo quiero?.
Quizá también puede parecer que buscamos reunir al mayor numero de gente a nuestro alrededor que piense como nosotros mismos porque así ratificamos la certeza de nuestras creencias y pensamos que con ello tenemos más poder o autoridad sobre el resto, que naturalmente andarán en error.
Este ha sido uno de los causantes de los mayores desastres de la humanidad. Si dos hermanos nacidos en una misma familia con los mismos padres piensan y actúan de modo diferente, ¿porqué no han de hacerlo gente que ha nacido en otro país, con otras creencias y cultura?. ¿porqué lo mío es más valido que lo del otro?. Es quizá el desconocimiento de lo ajeno y la propia comodidad que evita todo posible cambio por algo que nos resulta desconocido, dos de los mayores temores que nos lleva a levantar nuestros escudos de defensa ante todo aquel que cree algo diferente, come cosas distintas, viste de modo poco habitual para nosotros, habla de manera extraña, tiene una preferencia sexual que consideramos inmoral o tiene una relación familiar que nos resulta retrograda. Pero quizá lo peor de todo, es la rapidez con que nuestros prejuicios nos definen ya a una persona antes incluso de tratar con ella.
Si creamos lo que creamos, igualmente padeceremos las consecuencias de las enfermedades, insatisfacciones y demás, y tarde o temprano todos hemos de pasar por la tumba, ¿qué sentido tiene pensar que lo mío es mejor?. ¿Para qué crear más cargas emocionales y diferencias que comporten más problemas de los que trae la vida y que por tanto nos resten mayor posibilidad de ser felices?.
Hemos de aprender a aceptar a los demás como son, sin tratar de cambiarles, porque del cambio personal, ya se encarga la propia vida y las experiencias que cada uno tenga que vivir. La forma en que nosotros aceptemos a los demás, a nosotros mismos y nuestras vivencias, determinarán nuestra propia felicidad, contribuyendo a una mejor calidad de vida y que esta también sea más plena.